jueves, 22 de junio de 2017

Damas de letras. Por Mariana Guzzante para Los Andes

Damas de letras. Por Mariana Guzzante para Los Andes


Se iba a llamar “Mujeres del siglo XIX”, pero estos ocho libros rescatados del pasado formaban un collage tan exquisito que acabó llamándose “Las Antiguas”. Así nació la colección que acaba de desenterrar novelas, libros de viaje y hasta recetarios de cocina firmados por las primeras escritoras argentinas. Por qué es necesario descubrirlas.



Mariana Docampo se escapa del rugir de Buenos Aires en la fatal hora pico. Ya dentro del taxi respira, vuelve a agradecer y cuenta cómo se le ocurrió desenterrar a aquellas escritoras acalladas por el peso del polvo y el olvido: “Conocerlas, saber qué hacían, qué escribían, de qué temas hablaban y cómo los abordaban”, explica.

Como una suerte de arqueólogo urbano, nos lleva en su celular recorriendo laberintos, llenando huecos, siguiendo pistas, y tan apasionante es el hallazgo de “Las Antiguas” que casi no percibimos cuándo entró a su departamento, llegó hasta la PC y empalmamos la charla por mail.

“Queríamos hacer una colección ‘viva’, que nos interpelara como escritoras y lectoras, pero también que pudiera plantear coordenadas nuevas de lectura. Por eso, también las prologuistas son escritoras de distintas generaciones, hay algunas más jóvenes y otras ya consagradas”. No influyó, dice, que Juana Manuela Gorriti, Eduarda Mansilla o Juana Manso fueran más conocidas que Lola Larrosa, Rosa Guerra o Elvira Aldao de Díaz. No hubo, de entrada, ninguna jerarquía en la colección, sobre todo del tipo “ésta escribía bien”, “ésta no”. 

Y en el catálogo entró de todo: novelas, libros de viaje, memorias y un recetario de cocina, sin contar obras de teatro, poesía y ensayo que editarán muy pronto. 

¿Quiénes son Las Antiguas, entonces? Pues, por empezar, autoras nacidas antes de que finalizara el XIX, pero publicadas durante el XX. “Por eso, en la colección entran obras como ‘Stella’, de César Duayen, pseudónimo de Emma de la Barra. Un caso muy particular, porque fue un best seller en los primeros años del siglo XX y ahora es un libro inhallable. Otro, ‘Los Recuerdos de antaño’, de Elvira Aldao de Díaz (un libro de memorias que en lo personal me gusta mucho) fue publicado en 1931”. 

Mariana dice que van editando en la medida que van encontrando y que la mayoría de las damas de letras son muy difíciles de conseguir, porque están en salas reservadas de bibliotecas, o directamente no están. 

Que la académica norteamericana Lea Fletcher (quien vivió muchos años en la Argentina y fundó la revista y editorial Feminaria) fue de gran ayuda para la investigación, no queda duda. Tampoco que el rastreo de nombres y títulos le debe otro ‘gracias’ al “Diccionario Biográfico de Mujeres Argentinas” de Lili Souza de Newton. 

-¿Hablamos de hallazgo de inéditos?

-Hay de todo. “Cocina ecléctica” de Juana Manuela Gorriti fue reeditada varias veces, por ejemplo. Pero, como decía, “Stella” de Emma de la Barra era un inhallable. Y eso que rompió récords de ventas en el momento de aparición, se tradujo a muchos idiomas, e incluso se filmó una película en los años ’30. 

De las ocho damas invocadas aquí, la que más le llamó la atención a Docampo fue Lola Larrosa. “Ella nació en Uruguay pero hizo toda su carrera literaria en Buenos Aires. Vivía de la escritura, era narradora pero también periodista, y compartió con Juana Manuela Gorriti la dirección de la revista ‘La Alborada del Plata’. Tuvo que hacerse cargo económicamente de su hijo y de su marido, que enloqueció a los pocos años de casarse. Por otra parte, murió muy jovencita, a los treinta y seis. Y si bien sus novelas se vendían y en general le fue bien con la crítica, hubo una que me llama particularmente la atención, por lo misógina”. 

Mariana linkea la reseña: un crítico falaz por poco le aconseja a Lola que se calle, que mejor se dirija “hacia rumbos más propicios y acaso de más vuelo para su corazón de mujer”. Difícil que el cursor no se irrite, pero Mariana teclea con calma: “Me sorprende todavía más cómo Lola Larrosa, aun con toda una sociedad que pensaba que la escritura no era cosa de mujeres, sigue escribiendo, porque es su deseo, por un lado, pero también porque no tiene alternativa, ya que la escritura es su modo de vida. La necesidad la autoriza”.

Es interesante cómo Mariana habla de ella (de ellas) en presente espontáneo. “Muchas escriben no lo que quieren, sino lo que pueden, consciente o inconscientemente”. Si escribir era en sí una transgresión, la astucia de la lady consistía, entonces, en refinar el ademán contestatario hacia los señores que las mandaban a callar, en alzar el gesto obsceno del dedo mayor, pero suspicazmente dentro del guante. 

Para que veamos hasta qué punto la colección es un trabajo colectivo, Mariana adelanta que “Lo íntimo”, otro libro de Gorriti, que publicarán en 2012, les fue enviado por la escritora Esther Andradi desde Berlín. Además, la investigadora cordobesa Marta Palacio, descendiente de Agustina Palacio de Andrade, otra futura “antigua”, envió “La heroína del Bracho”, el libro de memorias de la ancestra. Cristina Bajo nos ha facilitado también un libro de Emma de la Barra. A pulmón, la operación rescate continúa.

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