miércoles, 10 de marzo de 2010

El Molino - Reseña en "Hablando del asunto"

El Molino, por Matias Fernández
(http://hablandodelasunto.com.ar/?p=623)

Este libro empezó por gustarme porque en él, el agua no cae sino que se derrama. Ya con eso tendría un punto a favor. Eso si una lectura pudiera evaluarse por puntos a favor y en contra.

El molino es la historia de Juana y de su familia narrada en fragmentos que no son temporalmente correlativos, empezando desde su nacimiento en el ‘73 hasta el año ‘05.

La novela demanda paciencia del lector que tiene que ir construyendo poco a poco el mapa de la historia constituido no sólo por Juana sino por su padre, madre, hermanos, tía y abuelos. En cada fragmento se narra un episodio que se interrumpe para continuar más adelante. O no.

Hay dos momentos principales de la historia, la vida de la familia en Zárate, durante la infancia de Juana y, posteriormente, la vida en Buenos Aires. Estos, como vengo diciendo, se intercalan.

Cada parte de la historia es interdependiente en el sentido de que es una sostiene a la otra. Los personajes se agrupan como puntos de una misma línea. Y el universo narrado de ninguna manera se detiene ante el lector.

Lo que tiene de breve, lo gana en sentidos, en personajes ricos pero sólo observados. Todo lo que podamos decir de cada uno de ellos siempre va a pertenecer a nuestra lectura porque la narradora no reflexiona sobre ellos, no los analiza. Juana tiene un hermano, Luis, con el que tiene una relación especial, no sabemos hasta qué punto. A veces cercana a la violencia, otras cercana a lo erótico o simplemente formada por los jugueteos de dos niños. Lo mismo pasa con el padre de Juana, un hombre simpático, violento, trastornado o nada de todo eso. Depende de nosotros.

El molino empieza y termina con la muerte de los gatitos. La pregunta es de qué se trata la historia, el argumento. No creo que haya argumento o, en todo caso hay muchos, corre por cuenta del lector, quien elige su propia aventura.

La reseña no puede ser larga, tiene que ser tenue, con más alusiones que afirmaciones, para hacerle justicia al libro. Lástima que no pueda ser sutil como él.


Este último párrafo debería estar catalogado bajo alguna etiqueta como “antireseña”. Me gusta saber que no llegué a entender algunas cosas del libro. No se me ocurre pensar que no estuve a la altura del texto. Como aquella película alemana que vi en algún festival de cine de la que no entendí absolutamente nada, pero que persiste, girando y girando en mi cabeza, este libro no se rindió fácilmente a mi lectura. No llegué a entender la seguidilla de citas del evangelio, ¿es la letanía de una enseñanza religiosa, es el plano místico de la protagonista? Me gusta no haberlo entendido instantáneamente porque me obliga a seguir pensando el libro mucho tiempo después de leído, me obliga a no olvidarlo.

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