Desde lo alto de un acantilado jurasiano mirábamos la planicie. Frente a nosotros se extendía aquello que se fotografía. Y también otra cosa.
¿Qué? Cierto temblor, un llamado a ir más allá de aquello que una fotografía podía retener.
Uno de nosotros dijo: la eternidad.
Era vago y quisimos precisarlo.
¿Qué era lo que podía darnos la sensación intelectual y física de la eternidad?
¿Qué era lo que podía situar concretamente este paisaje en una prolongación (también concreta) que sería la inmensidad del espacio y sobre todo, la del tiempo?
Lo mejor que se nos ocurrió fue imaginar que una vez cada cien años, un pájaro vendría a tomar con su pico alguna cosa de esta planicie– o a llevarse un grano de arena de una playa tan larga como inmensa era esta planicie.
Esta ficción nos hizo, al parecer, ver esta planicie, este acantilado, estos bosques, y a nosotros mismos, en el nivel que era el nuestro, el verdadero. Y esta imagen me acompañó toda mi vida.
La creo contraria a la noción de eternidad porque en la eternidad nada pasa. Es el instante permanente. ¡Pero qué importa!
A esto yo llamaría vivir en poesía: prolongar lo real no a través de lo fantástico, lo maravilloso, las imágenes paradisíacas, sino tratando de vivir lo concreto en su verdadera dimensión, vivir lo cotidiano en eso que puede llamarse, tal vez, la epopeya de lo real."
Buenas tardes Mariana,
ResponderEliminarmuchas gracias por publicar aquí esta entrevista a Guillevic, uno de mis poetas predilectos: qué maravilla de texto!!
Soy Luis Ángel Barquín, escritor como tú, nacido en Francia, y mis blogs sobre poesía son:
-POEMAS PROPIOS: http://luzdemarzo.blogspot.com.es/
-POEMAS DE OTROS AUTORES: http://unaluzenlaluz.blogspot.com.es
Feliz día!
Luis Ángel