¿Tecnoespiritual o karmatecnológico? ¿Cuál será el nombre de cierto lenguaje new age con el que se expresa, por ejemplo, la Federación Galáctica, cuando envía mails masivamente para anunciar el advenimiento de los extraterrestres? Frío, técnico y bizarro, se preocupa por la transmisión del amor y la salvación de las almas sin usar nunca una palabra que conmueva. Un armado lingüístico de estas características es el que parece perseguir en el Tratado del movimiento la inquieta Mariana Docampo.
Esta novela, o más bien, texto fronterizo entre la ficción y la no ficción, ironiza sobre el siglo que nos toca vivir con su cambalache virtual: mezcla de espiritualidad con videos de YouTube, redes sociales con un complot de manipulación informativa. “El objetivo de los Grupos XY es obtener información detallada de todas las personas del mundo. El para qué es un misterio. Pero la concentración de poder por parte de estos organismos muestra en estos últimos años niveles alarmantes. Hasta el momento, los mencionados G-XY tienen acceso a información confidencial y personal que los ciudadanos entregan de manera espontánea: fotos, domicilio, correos electrónicos, números de teléfonos, listas de contactos, enumeración de gustos personales”, dice este/a narrador/a –el género a lo largo de sus 94 páginas permanece velado–, haciéndose eco de la paranoia que sufren miles de usuarios de Facebook. Entre delirios mesiánicos –terminará anunciando su resurrección entre los muertos al tercer día– y perdidx en la retórica hasta el absurdo, desarrollará una extensa y disparatada teoría sobre el ascenso a la quinta dimensión (donde no faltan links a páginas que efectivamente pueden encontrarse en buscadores como Google o Mozilla Firefox). Según sus conjeturas, este pasaje de plano se podría dar vía la observación de un tipo de danza no sonora: el vuelo de los pájaros. Pero la explicación última de esta bella locura tampoco es tan loca: la persona se aniquila y renace a partir de entregarse a la comprensión profunda de un lenguaje distinto del suyo. “Es una renuncia al ser para lograr la superación de lo humano”, afirma categórica la autora de La fe y de la novela El molino. Alto ideal de trascendencia y comunión, que desde la Sagrada Eucaristía hasta el Ho’ponopono, nos ofrecen el cristianismo y las nuevas creencias para elevar nuestros espíritus desorientados. Pero en el Tratado... tan absolutistas aspiraciones son plasmadas en clave de humor: “Por la tarde fui de excursión al río Paraná de las Palmas con los perros –dice Docampo–. Durante todo el trayecto presté atención a las comunicaciones que establecían con los otros perros de la zona. La transmisión de señales y signos en código cano no pudo ser descifrada por mí. Sin embargo, por las noches tomé anotación de los fonemas y los morfemas (...)”. ¿Y qué fonemas puede emitir un perro?, ¿ggg/u/a/u - g/u/aaa/u? Pareciera que la vida en la Tierra es descripta aquí para la comprensión de un grupo de extraterrestres que no tienen idea de lo humano y a los cuales hay que explicarles todo. Y en esto consiste, probablemente, el humor de Mariana, en su capacidad de desnaturalizar el mundo conocido. Ante esos ojos todo puede resultar curioso y convertirse, por ejemplo, en un portal para la evolución de la conciencia. Mariana Docampo escribió este libro inspirada en “El arte o la cultura”, un cuento de su propia autoría incluido en La fe. En él se configura un vasto mapa de conocimientos que, al igual que en el Tratado..., no pasa de una acumulación de datos que no van hacia ningún lado. Aunque sí van, porque el objeto mismo de este libro es la experimentación. La hábil pluma de Docampo se desliza aquí por un registro hermético hasta escindirse del lenguaje y exponerlo en su carácter de herramienta. De herramienta esencial. La única, como en el Génesis, capaz de darle forma al mundo.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-8982-2014-07-11.html
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